Al ritmo de tambores y del “calabazón, son, son,…”, decenas de escolares representaron en el casco antiguo el ritual contra el poder y el mal.
Decenas de niños, escolares de los centros educativos del Puerto de la Cruz, fueron el lunes los protagonistas del ritual Matar la Culebra, en las diferentes calles de la ciudad turística y que lograron captar la atención de centenares de turistas que se agolpaban allá donde se realizara la representación al ritmo de “calabazón, son, son,…”
Hace ya 14 años, desde 1999, el Área de Cultura, a través del Grupo Folklórico y Danzas Tradicionales del Centro Superior de Educación de la Universidad de La Laguna, comenzó a trabajar con la población escolar infantil del Puerto de la Cruz en el rescate del “Mataculebra”, volviéndose a escenificar en los lugares más significativos de la ciudad, y que viene a satirizar al sistema esclavista vivido en Cuba, encarnando el “mal poder” en la culebra.
“Mataculebra” es un antiguo ritual que llegó a Canarias a finales del siglo XIX de la mano de los emigrantes canarios que regresaron de Cuba.
Su origen se remonta a los esclavos africanos de la isla caribeña, llegando a formar parte ya del patrimonio cultural, dentro de lo que conocemos como folclore de emigración, en este caso compuesto por música, danza y representación escénica.
Durante estos años, el proyecto educativo se ha ido arraigando y contribuyendo de manera sobresaliente a la difusión de esta vieja tradición, pasando a convertirse en uno de los elementos singulares de la cultura popular y del Carnaval del Puerto de la Cruz, llegando a llamar la atención de viajeros e incluso medios de comunicación extranjeros. Esta iniciativa ha permitido divulgar, impulsar y promover una manifestación cultural que, a la ciudadanía de este municipio, le provoca una sensación de pertenencia y de orgullo por haber conservado una tradición que ha llegado del exterior y que, incluso, se ha perdido en el lugar de origen.
Sin duda el también conocido como “Mataculebra”, con el pasar irremediable de los años, se ha convertido en uno de los géneros más singulares del Carnaval de Puerto de la Cruz, en el que un grupo de jóvenes ataviados con ropas blancas y el cuerpo pintado de negro cantan y bailan al son del tambor por las calles del casco antiguo de la ciudad turística, que se encargan de matar a golpes al símbolo del mal y del poder que mantiene la esclavitud del pueblo.