María Alayón volvió a abrir la cola que desde las 10 de la mañana del pasado lunes comenzó formarse junto a la taquilla del recinto ferial para ser los primeros en entrar mañana a la final más esperada.
Junto a esta aficionada de Diablos Locos y vecina de la Cuesta de Piedra, casi medio centenar de incondicionales de Mamelucos, Triqui-Traques y Diablos Locos integran este grupo de aficionados que llevan más de 20 años con esta tradición.
Melanina Yanes, que el año pasado salió con Burlonas y Rumberos, y que tiene a su hija en Pita Pitos –murga infantil que dirige su hermano, Óliver– cuenta que lleva desde que tenía 10 años viniendo a la cola: “Esto ya no es como antes; se han cargado la cola para las entradas. Ya no nos ponen baño ni las murgas vienen a cantar por la noche”, se lamenta.
Marina Sánchez, vecina del desaparecido barrio de Los Llanos, mantiene esta tradición desde antes de construirse el parque marítimo.
“Nosotros nos turnamos para entrar a ver los concursos y animamos a todas las murgas por igual. Este año hemos tenido problemas con los seguritas, que no nos han dejado reservar sitios vacíos”.
Esta noche celebran una cena “en familia”.
Respetando la opinión del jurado y por supuesto el trabajo de todas las murgas, tengo que decir que en mi opinión, es esencial e imprescindible que a las murgas se les entienda las letras de lo que cantan, se me escapaban frases enteras de muchas murgas excepto con bambones y ni pico ni corto, no entiendo que esta última haya quedado fuera de la final!