Josechu Álvarez vivió la noche del miércoles una experiencia de la que se vio privado los dos años anteriores: subir al escenario en calidad de finalista para conocer el orden de actuación esta noche.
¿Satisfecho con volver a la final dos años después?
Estoy mucho más que satisfecho; así lo siente la murga y lo disfrutó en la fase sobre el escenario. Sabiendo que tanto podías pasar, como te podías quedar fuera, la murga se subió tranquila y se bajó satisfecha de haber interpretado con la misma seguridad del local. Creo que es la primera vez que lo hacen así. Genial. Contentísimo.
¿Temía que se repitiera la “maldición” de los dos últimos años, sin final?
Sí, por supuesto. La actuación salió tan bien porque se mentalizó a la murga de lo que podía pasar: somos La Traviata.
¿Dejaron algún tema bueno para la final?
Los dos temas que hemos reservado para esta noche son dignos de final.
¿Son tan buenos como los de fase?
Por lo menos uno y medio sí; también es verdad que “El sindicato” –cantado en fase– tiene una musicalidad que te mete el ritmo en el cuerpo y lo acompaña mucho.
¿Qué tiene esta Traviata que no tenía cuando que quedó dos años fuera de final?
Es la misma murga. Ahora, no sé si bajar a los infiernos tanto tiempo te abre otras miras. Pero es la misma Traviata.
¿Ha habido sorpresa con alguna murga que no pasó?
Sorpresa siempre hay, pero como todos tenemos nuestra propia opinión… No me veía en la final, como siempre me pasa. Tampoco he visto las tres fases completas, por lo que no te puedo dar mi opinión.
Viendo las puntuaciones, ¿qué valora más el jurado?
El jurado premia lo que entra por los ojos.
¿Alguna favorita para ganar esta noche?
Nosotros, no. (Se ríe). La clave puede estar en la apuesta visual y en el contenido, que despierte los sentidos del jurado y que se lleve los cuatro gatos al agua, porque son cuatro los premios que se conceden.